jueves, 1 de noviembre de 2012
Hace algún tiempo,llegó a mi un libro muy especial, se trata de Cuentos taoístas libro escrito por Solala Towler, con fotografías de Jhon Clehare.


El libro de por sí es un regalo a la vista, con un hermoso paisaje de portada extraído del Museo Ashmolean (Universidad de Oxford)  pintado a mano.
El interior del libro no se queda atrás, los cuentos taoístas mas esclarecedores se entremezclan con bellas ilustraciones y fotografías de una calidad innegable.
Las hojas son de papel fotografía, con lo que la calidad de imagen es perfecta.

Los cuentos son obra de distintos autores, como Lieh tse, lao tse o el propio Towler. 
tras cada historia Towler nos regala un proverbio, que a su vez nos sirve de moraleja.
Hay varios cuentos, y cada uno nos da una lección valiosa, hoy os voy a dejar uno que me agrada especialmente, pero hay infinidad de ellos y todos tienen algo especial.

EL HOMBRE QUE QUERÍA OLVIDAR

 Hace muchos años vivió Hua Zi, un hombre que había perdido la memoria. Si le decían algo por la mañana, aquella misma noche ya lo había olvidado. Si le daban un regalo, se olvidaba de llevárselo. Cuando iba por la calle se detenía de repente porque había olvidado hacia donde se dirigía; ni siquiera recordaba como se caminaba. Cuando por fin llegaba a casa, se quedaba de pie en medio del salón porque no recordaba donde sentarse. Cada día olvidaba lo ocurrido el día anterior.
Como es lógico, su familia estaba consternada. En cambio, hua Zi no parecía infeliz. Es mas,se le veía muy tranquilo con su enfermedad, pero su familia sufría, el negocio familiar se estaba resintiendo y el honor de la familia estaba en entredicho. y todo aquello era demasiado.
La familia se reunió y decidió llamar a varios curanderos, adivinadores, incluso hechiceros para intentar hallar una cura a la enfermedad de Hua Zi, pero todo fué en vano.
Llamaron a un doctor en artes medicas, quien después de tomar el pulso y observar la lengua del paciente negó con la cabeza y dijo que no podía hacer nada por el.
-Hay un viento en su Shen-les dijo-.Su espíritu está vagando lejos de aquí y no sé como hacer para que regrese. El hígado no está en armonía con el bazo y los pulmones y los riñones no se comunican. Les recomiendo que abandonen toda esperanza de curación.
El medico les cobró una pieza de oro por su revisión y abandonó la casa.
Un día la familia supo de la existencia de cierto filósofo, un hombre de gran erudición que tal vez podría ayudarlos.
La familia estaba tan desesperada por hallar cura para Hua Zi, que cuando el filósofo les pidió la mitad de su negocio como pago por sus servicios, todos aceptaron sin dudar.
El filosofo fue conducido hasta los aposentos del viejo Hua Zi, que se hallaba sentado en el borde de su cama con una sonrisa benévola, pero vacía. El filósofo se paseó delante del paciente durante unos minutos mientras se mesaba el bigote. Se inclinó ante Hua Zi y le examinó los oídos  los ojos y la nariz. Satisfecho, se volvió hacia la familia.
-Esta enfermedad no se puede curar con los métodos habituales- sentenció con un arte de saber bien de que hablaba.
-Si,si- repuso uno de los miembros de la familia- eso nos han dicho.
-si- repitió el filósofo-, es un caso muy serio.No se puede curar con hierbas, ni con conjuros, adivinaciones  ni cualquiera de los métodos usuales. Solo recuperando su mente.
La familia se mostró de acuerdo con aquel sabio y joven filósofo.
-Si- anunció el primogénito-, es evidente que el problema está en la mente. No nos extraña que todos los adivinos, curanderos y médicos que lo han visto no hayan sido capaces de curarlo con toda esa palabrería sobre el desequilibrio de su feng shui, la falta de sincronización de sus cinco transformaciones y 
la existencia de un viento interno que azota sus órganos. Yo mismo habría dicho que el problema está en la mente.
y a continuación, dedicó al resto de la familia la típica mirada de arrogante del primogénito.
Así, después de redactar el contrato para recibir la mitad de las numerosas propiedades de la familia, el joven filósofo empezó con la cura.
"   "
La familia se marchó de la casa, no sin mostrar cierta contrariedad.
Al cabo de una semana, a su regreso, encontraron a Hua Zi completamente curado. Nadie sabe como aquel joven y sabio filósofo logró apaciguar la torturada mente de Hua Zi, pero lo cierto es que curó al enfermo.
Sin embargo, en cuanto Hua Zi vió entrar a su familia, profirió un sonoro quejido, se abalanzó sobre su primogénito y lo persiguió por toda la vivienda hasta que lo echó a la calle mientras le golpeaba en la cabeza y los hombros.
A continuación, se dirigió a su pobre esposa y la obligó a salir de la habitación. El resto de los familiares le rogaron que se tranquilizase pero el anciano comenzó a golpearle también a ellos.
Y cuando ya hubo expulsado a todos los miembros de su familia tomó su vieja lanza de caza y comenzó a perseguir al filosofo.
El joven salió a toda prisa gritando a pleno pulmón:
-¡Asesino! ¡asesino!.
unos policías escucharon los gritos y acudieron en su ayuda.
los alguaciles lograron desarmar y arrestar a Hua Zi, que fué acusado de intento de asesinato.
Cuando le interrogaron sobre su conducta Hua Zi contestó:
-Cuando perdí la memoria era un hombre feliz, sin preocupaciones  y me sentía tan infinito como el cielo. cuando me dormía no soñaba, al menos no recuerdo ningún sueño, y cada día me despertaba en un mundo nuevo. Tenía la mente vacía y me sentía un hombre libre. Ahora que he recuperado la memoria, todos mis viejos problemas y temores han regresado y no dejan de torturarme. Ahora recuerdo las alegrías y las penas, los triunfos y los problemas, la fortuna y el infortunio de mi larga vida. Cuando no sabía quien era me sentía feliz, seguro, sereno. Ahora que tengo memoria soy muy desgraciado. He despertado de mi sueño dichoso para descubrir que estoy en una pesadilla. ¿no volveré a vivir aquellos días felices en los que no tenía memoria?.

Lieh tse

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